miércoles, 28 de agosto de 2013

La vida...

Lo que es la vida, veinticinco años casada con un búho y cuando ya no vale una nada como mujer twitter pone un gallego en mi camino.
Mi gallego es especial, porque me hace reír hasta el dolor de costillas. No es que tenga mucho arte, pero su seriedad exagerada alcanza la dramatización, provocando en mi los mismos efectos que la cocaína en un yonki que en mitad del nerviosismo se equivoca de dosis.
Cuanto más me río yo, más se enfada él. De ahí a hiperventilar es todo cuestión de segundos.
Mi gallego no me deja estudiar y sabe que me quedan cuatro días para el dichoso examen. Me busca, me agobia, me encuentra y juntos nos fundimos en una conversación ilógica y tangencial propia de la incoherencia esquizofrénica.
Mi gallego tiene arte, coño, por qué no decirlo? Cada vez que se enfada culmina con un "olvídame" "no quiero saber nada más de ti" "me iré por donde he venido" y yo, que he mamado Sevilla hasta dejarla vacía, no tengo más remedio que tirarme al suelo y romperme la camisa, como Camarón.
Mi gallego sube hasta la exaltación arrastrándome con él en su peregrinar, para cinco minutos más tarde devaluarme y de un golpe seco tirarme al suelo de espaldas, pero no importa, es mío y lo he encontrado cuando más falta me hacia reír...
Recuerdo una maravillosa frase de cine en la que un hombre le preguntaba a una mujer si "ese otro" la hacía reír, "no me hace llorar" respondía ella, pues algo así me pasa a mi con mi gallego...
Yo creí que había alcanzado la estabilidad viviendo con un fantasma, con una seguridad económica, una bonita casa, hija y perro; me equivocaba.
Si a mi me llegan a decir que yo a mis 43 años me iba a reír de esta manera cómo en el mundo me caso yo con un taxista, que no me hubiera ido a Galicia andando...
La estabilidad sólo puede alcanzarse perdiendo la razón o la vida, y eso sabe llevarlo por santo y seña el gallego cada día a la mía, vacía y carente de toda diversión.
No me imagino mi vida ya sin el gallego. Perdono la casa, la estabilidad y hasta el marido. A tomar por culo todo que yo lo que quiero es seguirle hasta la tumba.
Donde el gallego vaya voy yo, lo que el gallego diga hago y si me pide tirarme por un puente pues me tiro, total, son dos días...

sábado, 24 de agosto de 2013

Imaginándote

Te extraño con el sexo, con la carne y con la boca.
Extraño cada palabra apagada en mi piel desde tu garganta.
Extraño tu sabor a hombre, tu textura caliente, tu sudor en mi lengua.
Te extraño desde el útero vacío, desde el pecho endurecido, desde la humedad.
Extraño no poder amamantar tus ganas ni ensuciar tu conciencia.
Te extraño en la distancia, en la certeza y en la duda.
Te extraño con el sexo que grita
Con la mano que reclama
Con la carne.

martes, 13 de agosto de 2013

Tinta con odio

Ayer y después de pasar un rato divertido y agradable en twitter llegaron a mi correo varios mensajes. Con unos me reí bastante, otros me dejaron indiferente pero uno especialmente es el que ha hecho que deje a un lado la línea que suelo utilizar en este blog para sentarme a reflexionar y compartir con todo aquel que tenga a bien leerme lo que pienso sobre el tema en cuestión.

Todo parte de mi sentido del humor, tan extrañamente entendido por unos, criticado por otros y agradecido en ocasiones. Todo nace de un rato agradable donde utilicé la edad de una persona mayor y la complicidad de una compañera de twitter para reírnos un rato. Siempre y bajo mi punto de vista desde el humor y sin ninguna intención de hacer daño, sin afán de molestar o disfrutar con el sufrimiento ajeno, como derecho a ver la vida desde otro punto de vista al que la ve la mayoría, o creen verlo bajo normas hipócritas preestablecidas.

¿Quién establece los límites de lo que está bien o está mal?
¿En qué estúpida norma moral está establecido lo que se considera ético?
¿Es la sociedad la que impone las reglas?
¿Quién determina que aquellos que sacan un punto de humor de un acontecimiento desagradable lo hacen con mala fe?
¿En serio hay gente tan inteligente que sabe la intención de una ocurrencia determinada que nace de una desgracia cualquiera?
¿Por qué confundimos ironía con falta de respeto?

Voy a exponer a continuación y entre comillas algunos fragmentos sacados de ese maravilloso correo que recibí ayer con la ilusión de que lo disfrutéis igual que lo disfruté yo, sin necesidad de descubrir al dueño de la herida porque tampoco mi idea es hacerle daño, sólo me mueve hilar uno a uno sus agradables e incomprensibles propósitos para llegar a entenderlos...

"En la duda de pensar que eres estúpida prefiero creer que estás enferma. Tu inteligencia por desgracia no está a la altura de tu arrogancia"


Nunca he presumido en twitter de ser una persona inteligente, es más, si de algo me he reído en esa red social es de mi triste vida, porque en el desahogo de hacerlo encuentro el humor que necesito para llevarla adelante. Sí, el humor. Porque yo a las desgracias y a la vida no tengo más remedio que sacarle eso para ser feliz, lamento que algunos no lo entiendan. Y sigue el maravilloso correo...

"He conocido a otros como tú, pero vivían estabulados en granjas y sabían que era por el culo, y no por la boca, por donde se evacuaba la peste de sus heces"

Realmente no alcanzo a entender qué demonios hay de malo en sacarle humor a la edad. Me es imposible imaginar que alguien pueda pensar que mi intención era ofender, hacer daño, reírme de una desgracia. No, me niego a pensar que alguien pueda sacar de un comentario jocoso una maldad que sólo y exclusivamente está en la mente del que la interpreta, no del que la escribe...

"No me viene mal añadir a mis experiencias personales más penosas el trato circunstancial con alguien que por la bajeza moral de sus hechos no merece vivir despierta, ni morir dormida"

La idea de la broma era montar un geriátrico virtual para recluir a todos los viejos verdes que como "el abuelo" mandaban fotografías subidas de tono a mis amigas virtuales. La idea consistía en que mi compañera virtual pudiera reírse durante un rato de cosas como "la caída de una dentadura postiza dentro de su boca" o "la bolsa de colostomía que tendría que cambiar tres veces al día coincidiendo con la digestión"
La idea era simplemente esa, buscarle la parte cómica a la vida porque es lo más importante, reírse de todo...

¿Alguien puede imaginar que por reírme de haberme llenado las manos de mierda al limpiar un culo soy tan gilipollas como para no saber que también el mío tendrán que limpiarlo mañana?
¿Alguien cree que soy tan estúpida al reírme de la dentadura postiza de mi madre que por eso pienso que voy a despedirme del mundo manteniendo la mía completa?
¿Alguien cree que en mi familia la gente no envejece, no enferma, no tiene dificultades?
La diferencia es que yo antes de reírme de cualquiera me río de mi misma, porque con ello encuentro la vida más llevadera y no tengo que enfrentarme a los demonios que tantos temen porque siempre los llevo presentes.
Para mi no hay nada tabú y nada me asusta a excepción de la muerte. Para mi no hay normas ni corrientes de opinión a las que deba seguir para no llamar la atención a solas y ser señalada como minoría. Para mi no existen las normas establecidas e hipócritas de aquellos que se ponen las manos en la cabeza ante un comentario jocoso y comulgan cada Domingo intentando al salir de la iglesia no rozarse con el enganchado que pide limosna en la puerta. La diferencia radica en la visión de las cosas, en la realidad, en disfrutar de lo malo de igual modo que celebro lo bueno. En tomarme con humor la vida aunque sea consciente de que vivirla conlleva enfrentarme con su peor parte...

"Te aseguro que de las personas de tu catadura moral suelen ser visibles sus cadáveres mucho antes de que les sorprenda la muerte. Por desgracia para ti, con esa actitud infame solo conseguirás que tus ideas lleguen menos lejos que tu hedor"


Pues bien, puedo y debo reírme de una bolsa de colostomía porque he tenido la suerte de que se me ha reventado una en la mano en el momento de cambiarla y me ha llenado toda de arriba a abajo de lentejas sin digerir...
Puedo y debo reírme de la edad porque mi madre de 77 años de vez en cuando me pide ayuda para recordar el lugar en el que ha dejado la dentadura postiza...
Puedo y debo reírme de mi padre porque nadie se ha pasado siete horas con ocho años sentada en una sillita de nea, asomada al balcón, esperando un taxi negro de rallas amarillas que lo trajese aquel Verano por vacaciones, y nunca llegó...
Puedo y debo reírme de mis tetas porque dentro de muy poco podré acomodarlas en las mismas bragas que lleve pudiendo ahorrarme el dinero del sujetador...
Puedo y debo reírme de algunas monjas porque la primera hostia que me llevé en la vida sobrevino de manos de una que me dejó estampada en la pared...
Puedo y debo reírme de un pene flácido porque en ocasiones y con un poco de guasa se levanta lo suficiente como para poder sondarlo...
No me toquen los huevos buscando la mala fe del mismo modo que apartan la mirada de la televisión ante un cuerpo mutilado. Hagan el favor de no ser hipócritas. Hagan en favor de mirarse cada uno bien dentro antes de darle un sentido equivocado a las cosas.
No me reía de todos aquellos hombres a los que por edad no se le levanta, no quieran darle un sentido a mis palabras que no tenía, analicen mejor su interpretación.

Y he dejado lo mejor para el final...

"Me queda el consuelo de que, tomando como referencia la patología intelectual de alguien como tú, podré escribir una de esas columnas que merecerían ser redactadas con la sintaxis molusca de los gomosos esputos de una escupidera"


Ahí el caballero no ha estado mal del todo, soy distímica, pero eso lo saben hasta los gatos que rondan los contenedores de basura cada noche para saciar el hambre con los despojos de una sociedad enferma.
Intenten no llevarse las manos a la cabeza por ir a favor de una corriente donde la mayoría no tiene ni puta idea de si comulgar o no con unas normas establecidas por cuatro, que hoy siguen miles para no llamar la atención...
No tengan miedo a envejecer o enfermar sin adquirir con anterioridad la fuerza o humor necesario para enfrentarse a ellos con arrogancia. Se sorprenderían del sentido de humor que pueden desarrollar algunos después de sobrevivir desgracias.

A mi me queda el consuelo de saber quien soy, aunque cuando la tinta va cargada de odio hay que tener mucho cuidado para resistir el daño que intentan hacer las palabras.