Lo que es la vida, veinticinco años casada con un búho y cuando ya no vale una nada como mujer twitter pone un gallego en mi camino.
Mi gallego es especial, porque me hace reír hasta el dolor de costillas. No es que tenga mucho arte, pero su seriedad exagerada alcanza la dramatización, provocando en mi los mismos efectos que la cocaína en un yonki que en mitad del nerviosismo se equivoca de dosis.
Cuanto más me río yo, más se enfada él. De ahí a hiperventilar es todo cuestión de segundos.
Mi gallego no me deja estudiar y sabe que me quedan cuatro días para el dichoso examen. Me busca, me agobia, me encuentra y juntos nos fundimos en una conversación ilógica y tangencial propia de la incoherencia esquizofrénica.
Mi gallego tiene arte, coño, por qué no decirlo? Cada vez que se enfada culmina con un "olvídame" "no quiero saber nada más de ti" "me iré por donde he venido" y yo, que he mamado Sevilla hasta dejarla vacía, no tengo más remedio que tirarme al suelo y romperme la camisa, como Camarón.
Mi gallego sube hasta la exaltación arrastrándome con él en su peregrinar, para cinco minutos más tarde devaluarme y de un golpe seco tirarme al suelo de espaldas, pero no importa, es mío y lo he encontrado cuando más falta me hacia reír...
Recuerdo una maravillosa frase de cine en la que un hombre le preguntaba a una mujer si "ese otro" la hacía reír, "no me hace llorar" respondía ella, pues algo así me pasa a mi con mi gallego...
Yo creí que había alcanzado la estabilidad viviendo con un fantasma, con una seguridad económica, una bonita casa, hija y perro; me equivocaba.
Si a mi me llegan a decir que yo a mis 43 años me iba a reír de esta manera cómo en el mundo me caso yo con un taxista, que no me hubiera ido a Galicia andando...
La estabilidad sólo puede alcanzarse perdiendo la razón o la vida, y eso sabe llevarlo por santo y seña el gallego cada día a la mía, vacía y carente de toda diversión.
No me imagino mi vida ya sin el gallego. Perdono la casa, la estabilidad y hasta el marido. A tomar por culo todo que yo lo que quiero es seguirle hasta la tumba.
Donde el gallego vaya voy yo, lo que el gallego diga hago y si me pide tirarme por un puente pues me tiro, total, son dos días...