martes, 22 de noviembre de 2011

Momentos...

Hay momentos en los que siento que estás cerca y mi corazón se acelera.
Un soplo de aire recuerda tu perfume y mis piernas comienzan a temblar...
Tu olor despierta en mi el instinto, tu presencia el impulso, tu cuerpo el temblor.
Puedo notar como mi sexo reacciona de mil maneras diferentes y en cada una de ellas he dejado de ser yo misma para convertirme en tu hamaca, tu recodo, tu espacio vital.
No sé hasta donde sería capaz de llegar porque me tomaras por la espalda y me hicieras el amor sobre la mesa de caoba, a la fuerza, como sabes que me gusta.
No sé si querría seguir adelante sin estos pequeños momentos, tan míos, tan efímeros...
Tan insoportablemente breves...

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Excitada

 
Hoy estoy algo vulnerable

El calor de tu cuerpo se sube a mi cabeza...

Llevo mi mano inconscientemente hacia mi sexo e imagino tus dedos parados ahí, haciéndome daño con su quietud...

Abro los ojos y veo los tuyos que me miran fijamente...

Me excita que me mires así, aunque no pueda dejar de temblar bajo esa presión...Hoy estoy demasiado vulnerable...

Tendrás que dejar de mirarme así, de lo contrario, la humedad se apoderará del suelo bajo mis pies y terminaremos inundados de sexo...

Tendrás que dejar de mirarme así porque me causa una gran vergüenza...

Tendrás que dejar de hacerlo porque tengo que hacer un esfuerzo inhumano para que deje de temblarme la boca...

Tendrás que dejar de hacerlo porque te lo estoy rogando...

No soporto que me mires así porque...Cuando no estés, no me mires ni me toques...

Tendré que hacerme a la idea de que eres...............EFÍMERO.

 

martes, 15 de noviembre de 2011

Castigo

 
Soñé…

Te hacía el amor, jugaba contigo.

Así, sentado sobre la silla de nea que hay en mi trastero y con las manos atadas a la espalda de la misma…

Vestido, siempre y por encima de todo, la desnudez disminuye mis instintos…

Te desabroché solamente los tres primeros botones de la camisa azul, el cinturón y los cordones de los zapatos…

La chaqueta la habíamos dejado en el suelo con anterioridad…

Así quería verte, sentado, semidesnudo y sometido a mi…

Sometido a mis instintos primitivos, a mí avaricia…

No supe qué hacer contigo y pensé durante un instante breve qué podía gustarte…

Quizás si te tapase la boca con un pañuelo lucieses más sometido, pero no era buena idea, quería oírte gemir…

Se me antojó verte suplicar...

Llevarte al límite…

Por una vez no tendrías tú el control, no serías el jefe…

Por una vez, estarías doblegado a mi voluntad…

Me alejé unos pasos para verte así, me mirabas fijamente, sin miedo, seguro…

Eras cómplice de un juego al que no jugabas, enemigo inconsciente de mi lado más oscuro, esclavo fiel…

Mis uñas se clavaban en tu espalda y te hacían estremecer, una mezcla extraña de placer y daño recorría tu espinazo con cada gemido que salía de mi boca intencionadamente.

Delante de ti, fui desprendiéndome cual cebolla de cada una de mis capas, despacito, observando tu punto de visión, queriendo ver cada gesto tuyo, el juego me gustaba, nos gustaba…

De rodillas delante de ti hundí mis labios hábilmente en tu pecho y busqué tus pezones que ante el hecho, endurecieron...

No podías tocarme y eso, lo hacía todo mucho más divertido…

Comenzaste a tragar saliva al sentir mi lengua alrededor de tu ombligo, ingenua al principio, sin piedad dos minutos más tarde…

Te miré acercando mis labios a los tuyos que hicieron el intento de besarme, pero no tuviste suerte, estabas condenado a entenderme esta vez…

Volví a perderme en tu pecho, en la oscuridad del vello rizado que cubría su totalidad y comencé a arrancarlos con los dientes, uno a uno, despacito, mientras contemplaba tu gesto de dolor y me humedecía con cada lamento…

Bajé suavemente unos centímetros y volví a encontrarme con tu mirada piadosa, volví a subir para tornarla en desesperación y volví a bajar para volverte loco…

Era curioso verte tragar la saliva con dificultad y aun así, continué mi descenso hacia lo inevitable, lo prohibido, lo que pedía a gritos irrumpir en mi mundo para cegar el tuyo…

Encontré tu centro de placer que ardía en deseos por ser descubierto…

Me quedé ahí, sin rozarlo siquiera, pasando mis labios muy cerca, mirándote nuevamente…

Mientras tú, queriéndome apuñalar con la mirada…

Volvías a tragar saliva…

 

 

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Mi mano es tu mano...

 
Estoy aquí,sola en la cama,pensándote...

Mil cosas me quedan por decirte y otras tantas por enseñarte, pero poco a poco...Todo llegará...

Hay un camino diminuto que separa tu mano de la mía, sólo cerrar los ojos y apareces...

Junto a ello,el deseo de tenerte cerca, de que me tengas, que es en realidad lo que ambos queremos...

Y mi mano despierta, tímidamente al principio...

Va abriéndose camino entre las sábanas frías, hostiles, insulsas...

Mi mano es tu mano, que busca...

Rodea con un solo dedo el contorno de mi pecho, uno y otro, ambos así, despacito...

Juguetea con la prominencia de mi pezón perezoso que hace caso omiso y sigue aletargado...

Tu mano se posiciona encima de la mía y distribuye sus dedos a mi antojo, pellizcando mis pezones para hacerlos despertar de su profundo sueño, y se avivan...

Alguna neurona estúpida conecta los nervios cruzados de mi cuerpo y mi sexo también despierta, lentamente, inflamándose poco a poco...

Mi mano es tu mano ya, mi deseo el tuyo, tan nuestro...

Cierro mis piernas consciente de mi desconsuelo y odio haberte dado la llave de mi intimidad.Te odio a tí, por ser, por saber, por existir...

Cierro mis manos abiertas de necesidad y te sigo maldiciendo...

Cierro mi boca y tu mano, que es la mia, la abre con movimientos forzados de pasión...

Cierro los ojos porque no quiero verte así, tan evidente, tan real, tan malditamente aparente y sigo odiándote...

Mi odio se apodera de tu mano que ha dejado de ser la mía y ahora está en mi contra, buscando todo cuanto he cerrado por miedo al dolor, todo cuanto he obviado por temor a que te lo adjudiques...

Noto como mis piernas se abren sin consentimiento, como mis pechos se erectan sin condiciones y mis manos se paralizan, te noto, tu olor se hace presencia...

Comienzas a jugar con mi vello púbico, éste se endurece y te atrapa, como red enmarañada...

Mientras sigues jugando despacito, haciendo justo lo que más odio que hagas...

Vuelvo a odiarte por hacerme sufrir de ese modo, porque disfrutas viéndome gemir, y sigues...

Vuelvo a odiarte, no una, sino mil veces...

Y en cada una de ellas sé, que puedo morir de deseo, si mi mano...Se hace tuya...


 

martes, 8 de noviembre de 2011

El internado -primera parte-

 

Corría el año 79 cuando la hermana Isabel, directora del colegio Buen Pastor, entró en el comedor general para darnos la noticia.-Niñas, os presento al padre Ángel, él será el encargado de los cursos que llevaremos a cabo para la iniciación a la comunión de todas vosotras- No había terminado de decir la última de sus palabras cuando con sotana impecablemente negra al igual que sus ojos, el hombre interrumpió en la amplia habitación donde todas estábamos formalmente sentadas a las mesas. Era horario de almuerzo.

El padre Ángel-Como así debíamos llamarle- lucía una mirada triste, seguramente por sus años como abogado de causas perdidas, sus seminarios aburridos y rodeados de fe y su habitual compañía; curas serios de charlas simples y tallas grandes…

Con mirada triste aunque de una gran profundidad se acercó a las mesas, una a una nos fue preguntando el nombre hasta llegar a mí, que quedé muda de un plumazo al darme cuenta de que tenía la boca llena de comida y el rubor, me impedía tragar…

Fueron unos segundos interminables donde sus ojos negros me escrutaban impacientes, gracias a Dios que la hermana Pilar tuvo la feliz idea de golpear mi cabeza para que respondiese al padre pero, en su lugar, todo cuanto salió de mi boca fue el alimento apenas masticado y la risa general, hizo el resto…

Ni que decir tiene que quedé obligada a visitar el despacho de la directora más tarde, de momento, terminado el turno de preguntas y respuestas correspondientes, la hermana Pilar salió del comedor seguida muy de cerca por el padre Ángel, quien me regaló una amplia sonrisa antes de desaparecer por el pasillo que servía de antesala a la capilla.

Como castigo ejemplar tendría que arreglar tanto la habitación como la ropa de capilla del padre durante su estancia en el convento, que equivocada estaba la madre Isabel, en su defecto, me libraría de fregar los platos, planchar los uniformes y doblar la ropa durante mis horas no lectivas. El castigo ejemplar pasó a ser un regalo para mi inquieta cabecita, para la cual, lo cotidiano había dejado de tener sentido…

La sacristía lucía un aspecto fantasmagórico los domingos por la mañana, totalmente desolada y con un olor a desinfectante que odiaba, realmente, todo en aquel colegio olía a desinfectante. Mi misión había sido entendida con total claridad, preparar la ropa del padre Ángel, ponerla fuera del armario en un completo e impecable ritual de orden para ser utilizada antes de la misa. Colocar las sagradas formas en su correspondiente cacharro para facilitar su transporte y como no, el vino, medio vasito cubierto con un pañito de encaje que previamente debía ser planchado con pulcritud.

En las tardes, justo después de la hora de estudio y mientras que mis compañeras se dedicaban a las labores mencionadas anteriormente, yo iría a recoger la ropa del padre a la lavandería y la subiría a su habitación, colocaría sobre los toalleros del baño toallas limpias cada día, revisaría los utensilios de lavado y terminaría colocando sobre la mesita de noche, en este orden ,la Biblia y el rosario...

 

Continuará…