martes, 15 de octubre de 2013

Inseguridad

Todos los misterios del mundo se encontraban escritos en sus ojos. ¿Cómo demonios iba a decirle que no había asistido a aquella especie de cita porque temía perder el conocimiento si durante unos segundos me miraba fijamente? No, no podía permitir que pensara que era estúpida y opté por la salida más fácil; es una pena, dije, pero razones ajenas a mi no me han permitido asistir.
Luego me quedé pensando durante un largo tiempo, reflexionando sobre aquella estupidez. Quizás no volviera a tener en la vida la oportunidad de conocerle y bien sabe Dios que hubiera dado cualquier cosa por sentirme junto a él, aunque sólo hubiera sido el tiempo suficiente como para grabar aquel instante en la memoria y luego recrearlo una y otra vez en mi imaginación.
Pensé en aquellos ojos fijos en mi persona y supe que su inquisitiva mirada no me permitiría articular palabra sin correr el riesgo de que me temblase la boca, o las manos, o cualquier otra parte de mi inmadura anatomía dejándome en evidencia. Maldita sea esta incapacidad mía para controlar las emociones.
Luego pensé en nuestro saludo cordial, en su rostro acercándose al mío y temí durante un breve instante bucar irremediablemente sus labios, besarle. Todo el valor que me faltaba en distancias cortas le sobraba a la mujer que vivía en mi cabeza, la que temía no controlar en algún momento y tener que finalizar explicando que no había sido yo, que otra pensaba y actuaba libremente dentro de mi incandescente lucha por sobrevivir.
Cada vez que imaginaba su barba rozando mi mejilla el temblor recorría mi espalda y se instalaba en el interior de mi columna vertebral. ¿Cómo demonios iba a asistir a aquella especie de cita? Por primera vez comprendí que siempre había sido una cobarde, que mi imaginación había llegado a lugares donde yo jamás llegaría y que disponía de una herramienta maravillosa para entretenerme durante horas, pero no para vivir.
Me quedé así, pensando durante largo tiempo. Quizás el destino moviera los hilos para que en un futuro pudiera descifrar mi miedo en aquellos ojos de hombre.