sábado, 21 de septiembre de 2013

Historial 37

Cuando el Doctor Phill puso el historial sobre la mesa René no tuvo más remedio que improvisar.
Se había pasado los últimos seis meses intentando convencer a todos de que ya no era un peligro para si misma, Anna se mantenía de algún modo relajada y las mascas en sus muñecas eran casi imperceptibles, pero la mirada inquisidora del médico no daba lugar a dudas, podía engañarlos a todos menos a él.
Tenía que hacer creer al médico que sus obsesiones estaban controladas, pero no encontraría la manera de hacerlo sin provocarle y rehusó mirarle de frente.
Estaba descalza, como de costumbre, y apoyaba ambos pies en la mesa del hombre en tono chulesco, sabía que a él no le gustaba aquella manera de actuar.
El Doctor Phill abrió el historial en un gesto tranquilo, pausado, y René comenzó a reír de una manera irónica cruzando ambas piernas sobre la mesa.
-Háblame de ella -comenzó el Doctor.
-Anna se marchó hace tiempo, Doctor, no creo que vuelva a aparecer.
-¿Tienes menos dificultades para controlar tus impulsos?
La joven le miró desafiante y en un movimiento que al médico le pareció demasiado programado fue abriendo las piernas que había colocado encima de la mesa, dejando al descubierto el vello público.
El hombre se llevó una mano al nudo de la corbata e hizo gesto de sentirse incómodo.
-Háblame de Anna -dijo él.
-Anna ya es pasado Doctor, ahora soy yo quien está delante de usted.
-Me comentan los compañeros que en estas últimas semanas te has portado bien.
-Se lo prometí Doctor, le dije que confiara en mi.
El Doctor Phill se levantó de su cómodo sillón y se acercó a la joven, tomó sus pies y los devolvió al suelo.
-Háblame de ella.
René se incorporó de su asiento y se sentó encima de la mesa, el médico se apartó un poco hasta colocarse frente a la ventana y esperó en silencio.
-Le gusta la primavera Doctor? Dicen que es la época del año donde más sufrimos los perturbados.
El Doctor Phill quiso aparentar serenidad cuando regresó a la mesa y volvió a sentarse en su cómodo sillón, cruzó las piernas y René se giró frente a él.
-Estamos aquí para hablar de Anna -dijo el médico y volvió a guardar silencio.
-Ojalá sintiera usted por mi tanto deseo como siente por Anne, Doctor. Yo también podría hacerle feliz.
La joven volvió a separar las piernas lentamente y el médico en un gesto brusco se echó hacia atrás, provocando en ella una nueva carcajada.
-¿sabe? -dijo René -Últimamente tengo serios problemas para excitarme, creo que debería usted revisar la medicación que con tan buena intención sus compañeros me administran cada día.
El Doctor Phill se levantó para tomar el historial que estaba al otro lado de la mesa y René le agarró la mano colocándola en su sexo, el hombre la apartó recogiendo el historial y dirigiéndose a la puerta.
Y aunque René no apartaba los ojos de él, fue Anna quien notó que la mano del médico estaba demasiado fría aquella mañana.